Bon Appétit, conscientemente
Escrito por Edgar B. Miguel

Edgar B. Miguel
>415 PPM de Dióxido de Carbono en la atmósfera a enero del 2020. La última vez que el planeta tenía concentraciones de >400PPM de este GHG en la atmósfera, Florida estaba bajo el agua, había árboles por doquier en el Polo Sur, y los seres humanos no existíamos. Hace 2.5 millones de años, entre el Plioceno y el Pleistoceno.

El Cambio Climático Antropogénico es innegable, indiscutible. Los efectos de este fenómeno mundial de magnitud tan majestuosa ya se sienten en todo el mundo. Australia está en llamas, millones de hectáreas aún siguen en llamas al día de hoy, aunque ya no se hable de ello gracias al coronavirus, cientos de miles de animales han muerto calcinados en los últimos meses que lleva ardiendo ese rincón del planeta. Venecia se enfrenta al aumento del nivel del mar. El ártico y su permafrost se deshielan a pasos gigantes. Y los niveles de GHG globales siguen a la alza, precisamente, por el CO2 liberado de los incendios forestales en toda la Tierra, desde el Amazonas, el Congo Africano, Australia, Rusia, California... y por supuesto, por la actividad humana, por el capitalismo, que en sí, originó todo esto.
https://www.elmundo.es/elmundo/2010/07/20/valencia/1279645414.html
Al día de hoy ya todos deberíamos saberlo. La ganadería, la industria cárnica, contribuye aún más al calentamiento global que el sector transporte. Para resumir todo, comer una hamburguesa de res (multiplicada por 7mil millones, número al que asciende la población mundial), es una acción cotidiana que está matando al planeta, que está causando estragos y sufrimiento a niveles estratosféricos. Los hábitos alimenticios actuales de los seres humanos no son sostenibles. Y están alimentando día tras día a la crisis climática, que no está siendo tratada como una crisis en sí, aunque es lo más urgente que debería estar en nuestras agendas diarias.


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