El gobierno español ante el Covid-19

Escrito por Andrés Ruiz Santos
Aquel virus surgido en una remota región de la otra punta del mundo, del que al principio nos despreocupamos, y cuando lo hicimos, fue para bromear sobre él, ya es una pandemia que afecta a todos los países. Si bien su llegada a América Latina ha sido más tardía que en otras regiones, ahí también es ya una realidad.
En mi país, España, estos días han proliferado los expertos en pandemias, de modo que no consideré necesario pararme a analizar la gestión que el gobierno español está haciendo de la crisis sanitaria. Lo que me propuse en estas líneas fue dar mi punto de vista, desde el enfoque de la comunicación de crisis, sobre cómo el gobierno de Pedro Sánchez ha capeado en sus primeras semanas el temporal sobrevenido por la propagación del coronavirus.
La comunicación lo es todo para cualquier partido político o institución sea cual sea la situación, pero la importancia de la comunicación de crisis es otro nivel.
En una crisis, el que la enfrenta pone en juego su imagen ante el conjunto de la ciudadanía. La buena imagen o el prestigio que consiguió labrarse durante mucho tiempo, puede desmoronarse en cuestión de días.
Pero en esta ocasión, la comunicación de crisis que realiza el gobierno cobra mucha más importancia porque no se trata solamente de qué imagen da el gobierno, sino que la gente, temerosa por la suerte que pueda correr la salud de sus familiares cercanos, atenazada por la incertidumbre y la inseguridad sobre lo que pueda pasar en el futuro inmediato, demanda a sus gobernantes que sean capaces de proveerles esa certidumbre y seguridad que en estos días necesitan.
Centrándome en ciertos aspectos de la comunicación que ha llevado a cabo el gobierno español durante las últimas dos semanas, los analizaré tomando como punto de partida algunas nociones básicas de la buena comunicación de crisis. Dicho esto, me adentro ya en el análisis:
Ante toda crisis sobrevenida, la misma pregunta: ¿llegó tarde o llegó a tiempo el gobierno? El presidente español, Pedro Sánchez, declaraba el martes día 10 de Marzo (la misma semana en que terminó declarando el estado de alarma) después de reunirse con los líderes europeos "no sabemos la envergadura de la crisis que tenemos por delante en cuanto a lo que pueda ir ocurriendo". Para enfrentar una crisis, es básico haber analizado el contexto, saber exactamente ante qué nos estamos enfrentando, y a partir de ahí poder establecer la estrategia. Cuanto más tarda en producirse lo primero, más se retrasa lo segundo. Durante esa semana, el gobierno empieza a darse cuenta del potencial real que tiene la crisis del coronavirus. Para entonces, el peso de la comunicación seguía recayendo en un técnico del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, que no es político, no es un líder, no puede enviar los mensajes que la población espera oír ni tampoco puede tomar las decisiones que corresponden al Gobierno. En tanto que la crisis encontró al Gobierno con el pie cambiado, éste no pudo comunicar bien durante aquella primera semana, al no tener una línea clara que seguir. Lógicamente, medios de comunicación y ciudadanía empezaron a echar en falta que el presidente del gobierno saliera a hablar ante todos nosotros. Pero Sánchez, siendo consciente de que la crisis no le había cogido preparado, opta por no salir a comparecer inmediatamente, sino esperar unos días, por largos que se hicieran, para de esa manera hacer un diagnóstico de la situación y actuar en consecuencia. Si ir tarde a una crisis es malo para quien debe hacerse cargo de ella, las rectificaciones y los giros de volante en mitad de la crisis resultan trágicos. ¿Qué consecuencias tiene para un gobierno, verse obligado a rectificar ante la ciudadanía? Básicamente, que socavas la confianza de la gente en la capacidad de su gobierno para sacar al país de la situación, la inseguridad y la incertidumbre se convierten en un pozo sin fondo y crece la sensación de estar desamparados.
Y a eso se exponía Sánchez si comparecía ante los españoles de forma improvisada. La percepción de que iba tarde ya estaba, de modo que no puedes permitirte además, siendo el presidente del gobierno, equivocarte en lo que vayas a decirle a todos tus compatriotas. Entiendo por tanto, que fue una buena decisión esperar hasta el viernes de esa semana para comparecer, eso permitió que el discurso de Sánchez fuese contundente, y anunciar unas medidas para frenar el contagio del virus tan drásticas.
Sin embargo, lo ocurrido el sábado día 14 de Marzo con la comparecencia prevista de Sánchez tras el Consejo de Ministros que debía aprobar el estado de alarma, no ayudaba en absoluto a generar por parte del Gobierno la certidumbre y la seguridad que la gente estaba necesitando. Habiendo fijado dicha comparecencia para el medio día, ésta fue siendo pospuesta a lo largo de la tarde para finalmente salir a hablar ante los ciudadanos casi en la noche. Con todo el país pendiente, cada hora sin que el presidente apareciera, acrecentaba la sensación de que los que están al mando no tenían nada bajo control; además de que, la larga tarde dio lugar a que cabalgaran las informaciones sobre graves desavenencias internas dentro del gobierno, lo que no casaba con los llamamientos a la unidad de todos los españoles que se habían estado haciendo.
Otro aspecto clave de una buena comunicación de crisis es que el gobierno sepa ponerse en el lugar de la gente, de empatizar con su preocupación, y esto es algo que creo que ha tenido en cuenta Sánchez cuando ha comparecido para todo el país, enfatizando bastante en que es consciente de la preocupación que cada uno siente por la salud de sus familiares más vulnerables, y del esfuerzo tan enorme que nos está pidiendo realizar a todos.
Como última reflexión, sobre el liderazgo que Sánchez está ejerciendo durante esta crisis me queda que el Presidente del gobierno mostró al inicio de la misma síntomas de ser ese tipo de líder reactivo, que va a remolque de los acontecimientos, al que le da miedo enfrentar al miedo, pero que tras las dudas y vacilaciones iniciales, adoptó la actitud que un país reclama de su líder ante situaciones tan graves: ha aceptado la excepcionalidad de aquello a lo que se enfrenta, sin reparos se lo ha transmitido a la ciudadanía, ha adoptado unas medidas tan drásticas como exige el momento y ha marcado el camino a seguir por todos para superar al coronavirus.
En definitiva, la comunicación del gobierno español en esta crisis no ha podido ser buena en gran parte del tiempo en tanto que no realizó un buen diagnóstico de la situación, lo que le llevaba a ir por detrás de los acontecimientos, una vez que lo hizo, y fijó una estrategia consecuente, la comunicación claramente mejoró.