Globalización, economía y salud pública

Escrito por Juan Manuel Bacca Weht.
Hoy se cumple un mes desde que inicio esta cuarentena y como es de esperar las ansias de salir y pensar sobre lo que vendrá a uno lo inundan. Algunos creen que esto cambiara nuestra forma de ver el mundo. Por mi parte, creo que la vorágine nos va a envolver rápido nuevamente y las elucubraciones sobre un mundo nuevo quedaran atrás. Aunque también siento que hay cuestiones que no podemos dejar pasar y otras, que no deberían ponerse más en tela de juicio. Si rescatamos algo de todo ello, esto, habrá cobrado algo de sentido.
En primer orden, la sanidad
Las tragedias nos ponen orden de prioridades y aunque todavía algunos discuten dicotomías tales como "Economía vs Salud Publica" o mientras los países brindan distintos enfoques, por lo menos en el inicio del problema como pudo ser el de china, quien lo planteaba como un problema de seguridad nacional, mientras que la Unión Europea lo veía como un problema de sanidad pública y Estados Unidos como un problema económico, el mundo solo y aunque algunos quisieron hacerle frente (Brasil, EEUU, Reino Unido) pone las cosas en su lugar. Entendimos que sin salud no hay mucho que nos quede, esto es tan patente que uno de los derechos más importantes como la libertad queda relegada por esta pandemia confinándonos a nuestros hogares.
Luego de que esto termine, tendremos que reflexionar en qué lugar de prioridades ponemos a la salud pública, esta como un todo, ampliando la mirada y teniendo sistemas aptos para responder a contingencias no solo excepcionales como las que se viven, sino también, para responder de manera adecuada a los problemas diarios que encontramos por ejemplo en Latinoamérica, donde los sistemas colapsan sin necesidad de pandemias.
La reivindicación de las Democracias
Si bien se lee en algunas columnas la potencia y efectividad de china para frenar la pandemia, las medidas excepcionales que se tomaron y el control sobre sus ciudadanos creo que esto está tergiversado, ya que, si bien es cierto que regímenes mas autoritarios brindan mayor facilidad o rapidez al momento actuar en momentos donde la celeridad es una clave, vale decir que al régimen del presidente Xi Jinping le tomo varias semanas reconocer la amenaza que constituía el virus y por otro lado también se lo acusa de ocultar información que hubiera resultada vital para el combate de esta pandemia en sus inicios.
Los regímenes democráticos, si bien, algunos tuvieron una respuesta más tardía como fue en el caso de Italia y España (con las consecuencias ya conocidas) tuvieron actuaciones no muy distintas en lo referido a medidas y consecuencias que los regímenes más autoritarios, claro está, que estos con el aval de nuestros representantes.
En una época donde los líderes mesiánicos intentan reaparecer y aparentar que ellos son el estado, el Covid19 nos demuestra que en momentos difíciles la democracia sigue siendo la más fuerte. Porque aunque Brasil y Estados Unidos sean una mancha para esta reflexión, por lo menos, sabemos lo que pasa. Al fin y al cabo como dice la frase ya popular, la democracia no es un sistema perfecto, pero es el mejor que tenemos. Ello nos incentiva a cuidarla y ello se realiza, simplemente participando, de esto último, tomemos nota.
La privacidad y el estado
En sintonía con el punto anterior y observando las medidas excepcionales de control sobre la ciudadanía que se toman en estos momentos, las cuales aceptamos y entendemos la gran mayoría, la pregunta es ¿Qué pasara cuando esto termine? En este momento entregamos nuestra privacidad al estado, ejemplo de ello es que varios países implementaron un seguimiento por medio de geolocalización para controlar los traslados y posibles grupos de riesgo dentro de la población. La tecnología sin dudas está siendo una aliada en esta pandemia, el solo hecho de pensar una cuarentena sin tecnología nos alarmaría a más de uno, pero así como esta pandemia va a pasar ¿pasara también el control?
Las barreras entre el ámbito privado y el publico hace tiempo que se están convirtiendo en borrosas, la sociedad entrega su privacidad y sus datos a cambio de tecnología y beneficios en la red a privados. Pero hoy, el estado está entrando "justificadamente" por la crisis en este ámbito. Tenemos que ser consientes de esto y saber cuándo parar, de lo contrario, pronto estaremos dentro de la distópica obra de George Orwell.
El mundo grita que paremos
Como muestra del daño que causamos el mundo se regenera mientras nosotros nos encerramos. Si faltaba alguna prueba de que el problema somos nosotros esta pandemia vino a traerla. En estos días donde le pusimos pausa a nuestra vorágine y 2.000 millones de personas están confinadas (casi un tercio de la población mundial) la tierra agradece y nos brinda miles de muestras de ello. De aquí en adelante tenemos que ser más consientes que nunca del impacto que causamos y así como descubrimos que sin salud podemos hacer poco, entiendo que ahora también vamos a comprender que sin tierra no hay salud que alcance.
Entendiendo que estas mejoras son transitorias y que un cambio verdadero requiere de objetivos a largo plazo, quizá este puede ser momento de plantearlos.
La globalización viene con combo.
Vivimos en el momento cumbre de la globalización, la interconexión tanto de personas, bienes y servicios así como de información con la que vivimos era poco creíble si se planteaba hace algunas décadas. Esta universalización llego para quedarse y aunque crisis como la que vivimos modifiquen momentáneamente esto, los expertos estiman que no habrá cambios significativos en cuanto al auge de ella. Teniendo en cuenta esto, tenemos que empezar a entender que no podemos quedarnos solamente con los beneficios de este mundo interconectado.
El coronavirus vino a refrendar que en la actualidad existen pocos problemas que respeten fronteras. Por lo tanto, quizá sea momento de empezar a pensar soluciones globales, ya que los enemigos que vendrán, no conocerán las banderas.
Se dice que las crisis son oportunidades, quizá esta sea una para replantearnos algunas cosas que la vorágine diaria no nos deja ver, ojala que esto termine pronto y rescatemos cosas que solo cuando hay tiempo para frenar el mundo podemos ver con claridad.
¡Logremos que cuando el mundo se encienda, no se apaguen las ideas!