Una Historia Sin Fin

Escrito por Vanessa Alvarado
¿Quién tiene el control
del país?
El control del país lo tienen las miles de milicias armadas de Libia quienes tienen una influencia real en el destino del país. Su poder se divide en los dos centros de poder político en los que se dividió la nación: el este y el oeste, con instituciones paralelas.
De lado occidental, en Trípoli, manda la autoridad reconocida por la comunidad internacional, el Gobierno del Acuerdo Nacional(GNA, por sus siglas en inglés), liderado por el primer ministro Fayez Sarraj, un ingeniero de profesión. A lo largo de los últimos tres años, ha trabajado para obtener el apoyo de varias milicias y políticos, pero tiene poco poder real sobre el resto del país o, incluso, sobre fuerzas aparentemente bajo su control.
Del lado oriente, en Tobruk, se encuentra el parlamento elegido en 2014 después de unas disputadas elecciones. Sus representantes son fieles las tropas de Haftar quien ha contado con el apoyo de Egipto y los Emiratos Árabes Unidos por años.

La principal fuente de ingresos de Libia sigue siendo la venta del petróleo. La fuerte disminución en su producción durante los primeros años de la guerra civil y enfrentamientos armados, debido al cambio de control de los campos petrolíferos y gasísticos, se ha ido recuperando progresivamente. También se ha visto beneficiado por el alza del precio del petróleo (España también se ha visto afectada por la situación de inestabilidad en Libia). Libia es también el país con las mayores reservas de hidrocarburos en África.
Las principales organizaciones internacionales, ONU, UE, UA y OTAN, así como Estados Unidos, Francia, Italia, Emiratos Árabes Unidos y Reino Unido han expresado su profunda preocupación por los enfrentamientos armados e instaron a las partes implicadas a reducir las tensiones y reiteraron que no hay una solución militar para el conflicto de Libia.
El Gobierno de España tras lamentar la existencia de víctimas en Trípoli hizo un llamado al cese inmediato de la ofensiva sobre la capital. Del mismo modo, pide a todas las partes que eviten una escalada militar y solicita una tregua humanitaria. España reitera su apoyo a la labor del Representante Especial de Naciones Unidas para Libia y apela al regreso de todos los actores al diálogo político y a descartar definitivamente la vía militar como solución a la crisis del país, toda vez que la inestabilidad en Libia provoca efectos multiplicadores en países de la región en materias de interés para nuestra Seguridad Nacional (terrorismo, inmigración, seguridad económica, etc.).
La colonia española en Libia es muy reducida (entre 80 y 100 personas) y
la mayoría cuenta con doble nacionalidad. Los expatriados en Trípoli son 8
personas, 4 de las cuales son personal de Repsol. El Ministerio de Asuntos
Exteriores, UE y Cooperación modificó sus recomendaciones de viaje y
desaconseja viajar al país y aconseja abandonar el país.

La situación para los libios no ha mejorado en absolutamente nada, y tampoco apunta a hacerlo. Los mismos que se comían de justificar la "intervención humanitaria" por no hablar de una miserable guerra, ahora guardan silencio y solo se acuerdan de Libia para, hipócritamente, hablar de refugiados muriendo en el Mediterráneo o señalar que 'la región' pasa por un mal momento; sin mencionar las causas de la violencia que previamente justificaron.
Libia, ahora completamente demolida, no solo por la destrucción material de la guerra sino también por la catastrófica situación humanitaria y la violencia que no ha cesado desde 2011. Con dos gobiernos paralelos y sin líderes carismáticos capaces de aglutinar el sentir de la mayoría, la estabilidad se debate en la batalla por Trípoli, que ya se alarga cuatro meses y apunta a la inmovilización. Los suministros de petróleo y luz también están padeciendo cortes por los constantes sabotajes. El principal campo petrolífero del país, el de Sharara, tuvo que cerrar el miércoles 31 de julio, y asimismo la compañía de luz no puede trabajar ya que se ha dañado el equipo; así podemos seguir con la lista pero es un problema que tardara mucho en resolver.
Saif al-Islam, hijo de Gadafi y con una gran base social que lo apoya, se tiene que esconder si no quiere 'aparecer' muerto, como otros personajes con capacidad de convertirse en una alternativa a los actuales dos líderes que se quieren repartir el país. La figura de Khalifa Haftar es similar a la de ISIS en Egipto. A pesar de su autoritarismo, se ha logrado erigir como el único líder que puede recuperar la estabilidad en Libia frente al islamismo de sus enemigos. Su contraparte, Sarraj, no es más que el rostro tras el que se protegen los islamistas en Trípoli. Libia solo es el pastel que unos señores de la guerra pelean por no compartir. Los civiles están en segundo y hasta tercer plano. La situación humanitaria sigue deteriorándose y el número de desplazados sigue aumentando", señala en declaraciones a Europa Press el jefe de Libia de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), Nils Scott.
A las consecuencias en el plano humanitario provocadas por la ofensiva de Haftar hay que sumar que en Libia ya había a principios de 2019 350.000 necesitadas de asistencia "que siguen estándolo". Sin embargo, de los 201,6 millones de dólares solicitados por la ONU para cubrir las necesidades humanitarias en Libia, solo se ha recibido el 36,8 por ciento.